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En este blog, además de encontrar contenido relacionado con mi labor, encontrarán entradas sobre otros aspectos de la vida que me apasionan y despiertan mi interés.
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24.12.16

SI ME DAS A ELEGIR... ME QUEDO CON LO BUENO

Hay años que son más difíciles que otros, que ponen a prueba la paciencia y el buen humor. Que esperamos que terminen rápido, como si fuera algo tangible que al cambiar de almanaque se hiciera una especie de borrón y cuenta nueva. Así fue el 2016 para mí, difícil. Estuve a punto de escribir al respecto, de usar este espacio para descargar toda la mufa. Pero me contuve porque si tengo que elegir, la realidad es que siempre lo bueno ha pesado más en mi balanza.
Así que agradezco las enseñanzas aprendidas durante este 2016 y por sobre todas las cosas, aquello que me llenó el alma de gratitud y alegría.

​★​ A mi mamá por el hogar, a mi amado que tanta mano tiene para las plantas y a la tierra que está alimentando una pequeña pero hermosa huertita.


​★​ Al universo por haberme brindado esos atardeceres magníficos.



​★ A quienes confiaron en mí para proyectos que nunca había realizado como souvenirs de bautismo, regalos empresariales, de película y hasta escritos de alumnos.






​★ A Marisa, por invitarme a las actividades de la Biblioteca donde conocí gente muy interesante y talentosa y pude disfrutar de hermosísimos momentos.



★ A los alumnitos del primer taller que realicé en la Biblioteca. (Y a sus papis/mamis por la confianza.)


​★ Y por supuesto a todas las personas que confiaron en mi trabajo y a quienes me acompañaron, a la par o a la distancia; a mis amistades, familiares, conocidos, simpatizantes y demases.

Si omito algo (es seguro) no significa que yo no esté feliz por ello. Es diciembre y mi mente es un lío.

Que terminen este año de manera apacible y comiencen el próximo con toda la mejor energía.

¡Ah! Y no se pierdan la próxima entrada que será una nueva entrevista basada en el libro "Escritos de adolescente" que menciono en este post. Prometo que no demoraré cuatro meses. ;-)






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24.8.16

SELVA: UNA BITÁCORA DE LUJO

Patricia Etchechoury es licenciada en fonoaudiología especializada en neurolingüística, pero yo la conocí como Pato, un alma inquieta y curiosa colorida y con una mirada transparente. Ella ha viajado mucho, pero no hablo de viajes turísticos y acotados a unas vacaciones por ejemplo, sino de viajes de vida, viajes de ida sin vuelta programada, viajes de conocimiento de otras culturas, de aventura y descubrimiento. Afortunadamente, Pato no se limitó a vivir la experiencia sino que atesoró muchas de sus andanzas en una colección de relatos. Así fue que nació Selva, un libro con narraciones e ilustraciones en primera persona que nos permite viajar con la imaginación un rato y conocer otros mundos, otras gentes. Tengo el inmenso placer de ser quien materializa las Selvas, y a raíz de esto fue que se me ocurrió entrevistar a la autora ya que pensé que detrás de un material tan interesante, debía haber más historias y vivencias enriquecedoras para compartir. Efectivamente no me equivocaba, Patito es de esas personas que cuanto uno más conoce, más interesante resulta. Sin más preámbulo, les dejo aquí la entrevista para que lo comprueben.

Pato de pie, con bicicleta verde.


¿Cuándo o cómo surgió tu inclinación a la escritura? ¿Solías escribir cuando eras una niña?

Yo creo que todo empezó, o que todo tiene que ver un poco con mi niñez, que fue una niñez un poco particular, lo digo porque mis papás son navegantes, ellos desde antes de que naciéramos mi hermana y yo,  ya tenían un velero, al principio de madera, y que luego fueron cambiando. Primero fue el Inti, luego otro Inti, el  II, luego el Jacarandá, y otra vez un Inti, que es el actual, siempre navegamos. Cuando tenían un ratito, salíamos a navegar. Así que en ese ámbito nacimos, primero mi hermana y después yo; y nos criamos casi a iguales partes en la casa y en el barco. Todos los veranos eran dos meses de navegar y todos los fines de semana. No sé si esto tuvo que ver, o si soy así de naturaleza pero soy bastante tímida, tenía bastantes problemas para relacionarme, la cosa es que yo creo que navegar tiene bastante de estar solo, de pasar horas mirando el río, o el horizonte, tal vez timoneando pero con la vista perdida y con muchísimo tiempo para pensar.

Cuando llegábamos a puerto, las cosas que podía hacer un chico arriba de un velero eran nadar, saltar del barco al agua y trepar del agua al barco, hasta que caía la nochecita y se nos proponía dibujar, cuando fuimos más grandes, escribir y leer. Así que la inclinación por la lectura, la escritura y el dibujo se dio desde muy chiquita, fueron mis grandes compañeros, tal vez mis salvadores.



De más grande, cuando hice el secundario elegí un bachillerato en letras, donde me siguieron incentivando la escritura de cuentos, la lectura crítica de cuentos y novelas. Y por lo general no dejé de escribir nunca, lo que pasa es que al entrar a la facultad la escritura se me tornó un método de registro. En ese momento estudiaba tai chi chuan, y algunos de los profes nos contaban cuentos chinos, que me ocupaba de trascribir. Más adelante me pasó algo similar al estudiar el profesorado de yoga, donde muchas enseñanzas son transmitidas a través de la narración de cuentos tradicionales de la India, que también fui registrando. Registraba mis sueños, llevaba algo así como un diario, que no era diario, era más bien un semanal. Entonces fueron varios años de registro pero tal vez no de invención.

Por otro lado, al navegar, según me enseñaron a mí, cada vez que uno zarpa arma una bitácora, entonces era una de las tareas más importantes que había, o de las que yo más ansiaba, porque las otras tenían que ver con adujar cabos, doblar las velas, limpiar el ancla o la cubierta, por eso cuando empecé a escribir bien, empecé a pedir la función de escribir la bitácora, y si bien adentro con el bamboleo me mareaba bastante, me fui acostumbrando a llevar registro de los viajes. En el Inti se registraban la dirección del viento, la marea, el tipo de nubes que se formaba, el tiempo de navegación que llevábamos y a cuántos nudos, si se prendía el motor o no, para controlar el consumo de  combustible, si se cruzaba el canal Mitre u otro canal, si se cambiaba de ruta, si se avistaba algo grande flotando… bueno, todo este tipo de experiencias que constituían el derrotero durante el viaje se escribían en la bitácora, por lo cual, cuando inicié mi viaje, me resultó casi natural llevar un registro,  me parece que esas son las raíces que nos parieron a mi Selva y a mí.




También mis viejos tienen bastante relación con la escritura, en el sentido de que nos escribían cartas, a mi hermana y a mí, sobretodo en la adolescencia, que discutíamos mucho. A veces yo me encerraba en el cuarto y no los escuchaba más, entonces para decirnos ciertas cosas, ellos acostumbraban escribirnos cartas.

Hubo asimismo otro personaje de la familia que me hizo adorar la escritura, que fue el tío Alberto, un hermano de mi viejo, que yo recién conocí cuando ya estaba por fallecer.  Durante mucho tiempo fue un viajero, huyó de Bs As en circunstancias que la familia mantuvo en las tinieblas, recorrió el sur, se instaló en Río Gallegos, también navegaba y trabajaba en barcos petroleros. Hacía otro millón de trabajos también. Es un tío al que mi viejo quería mucho, del que yo sólo conocía las historias y recibía sus cartas, contándome cosas alucinantes de lugares que yo desconocía, así se fue tejiendo en mi niñez una relación con la escritura y con las cartas bastante entrañable.

Además mis viejos en un momento decidieron buscar sus raíces,  viajar a conocer los lugares donde habían nacido sus padres, en Croacia, en La Vascuña, en Galicia, en Italia y esas historias también nos las transmitieron en cartas. Toda la historia de la familia, lo que les contaban los tíos y primos que fueron encontrando, por lo que hay mucho de sostener la memoria mediante la escritura, a modo de herencia.

La niñez en un velero tiene mucha soledad pero también tiene cosas lindas. Era una época sin celulares ni tablets, en el barco no había tele ni teléfono, así que si era verano, uno podía tirarse al agua y nadar hasta el barco de un amigo, golpearle el caso desde el agua, o usar el VHF para acordar un lugar de encuentro en las rocas o en la playa cuando estaba anocheciendo; si era invierno por ahí te prestaban un bote con remos y de más grande el gomón con el fuera de borda, y era una aventura irse sola a la tarde cuando mis viejos pescaban o dormían la siesta, me iba hasta bien arriba por el río, paraba el motor y dejaba el bote flotando a la deriva lenta, para escuchar los pájaros, los ruidos de la costa, la selva vista desde el río.




¿Qué relación tenés con la lectura? ¿Tenés algún género de preferencia?

Leo mucho, a diario, me gustan mucho las novelas de viajes, la vuelta al mundo en velero, el cruce del estrecho de Magallanes, el cruce del Atlántico en balsa, y también la ciencia ficción, leo muchas cosas que tienen que ver con mi profesión, o con el yoga, por una cuestión de necesidad de saber, pero cuando no tengo nada que estudiar o investigar, me gusta leer ciencia ficción.





Entiendo que un viaje de tres años por América debió ser una experiencia sumamente enriquecedora. Las historias que contás en Selva ¿nacieron durante el viaje o las escribiste al regresar a tu hogar?

Las escribí durante el viaje, haciendo una bitácora general de todo el viaje, y llevando también una particular de la Amerindia (la canoa) que, con mi amigo Mariano, nos encargábamos de completar con algunas referencias para guiarnos, como desembocaduras de ríos, o construcciones identificables  o un barco hundido, o una construcción alta, o cualquier cosa para que, si luego más adelante nos encontrábamos con alguien, pudiéramos darle nociones de por dónde íbamos pasando, o averiguar en dónde estábamos.  Estos cuentos así como aparecen fueron escritos “ao vivo”  sin pulir, sólo tuvieron releídas y acabado final al llegar a casa.





¿Qué fue lo que te motivó a escoger algunos relatos para inmortalizarlos en este libro? 

Fueron mis sobrinos. Cuando me fui tenía dos sobrinos, Julia y Emiliano, que tenía 2 años,  Julia tenía 4 más o menos, y mientras yo viajaba mi hermana tuvo su tercer hijo, al que le puso mi nombre, Patito. Cuando regresé, Emi no se acordaba de mí, sabía que tenía una tía pero no me reconocía, incluso una vez me dijo –¿“Vos por qué te parecés tanto a mi mamá?”. Patito no me conocía, y me dieron ganas de contarles sin aburrirlos, entonces me pareció que se merecían un libro, un libro ilustrado para conocer dónde anduvo la tía esos años que no estuvo para criarlos.




Antes de Selva no solías dibujar, pero al momento de ilustrar las historias encontraste una herramienta nueva para complementar tus textos. ¿Cómo te sentiste con esta nueva incorporación al acto creativo?

Como muchos yo dibujaba muchísimo de chiquita, y cuando fui creciendo, la autoexigencia me hizo mal, la autocrítica.  Cuando tenía 8 años le pedí a mi tía que me enseñara piano,  así que estuve unos años con ella aprendiendo flauta, piano, algo de guitarra y para los 11, mi tía me ayudó a convencer a mis viejos de anotarme en el conservatorio, donde estudié hasta los veintipico. Por lo que en mis tiempos libres mi energía estaba puesta en la música. Si me sentía bien tocaba el piano, si me sentía mal tocaba el piano, si estaba con amigos tocaba el piano, si estaba sola tocaba el piano, hasta que la hiperinflación argentina hizo que mis viejos vendieran el piano.

Tuve que cambiar de instrumento, a la fuerza, empecé a tocar la traversa que aún me acompaña. Creo que la música hizo que tuviera poco tiempo y poca necesidad de dibujar, lo que sumado a la autocrítica, que me hacía pensar que hacía música mejor de lo que dibujaba, y como a mí no me gusta hacer las cosas mal, entonces, dejé de dibujar. Así que me hizo muy bien volver a hacerlo, tuvo su rol cuasi terapéutico. Me alegro por habérmelo permitido y siempre agradeceré tu incentivo.

[¡Gracias a ti por darle rienda suelta!]



Sé que además de escribir y dibujar hacés otras actividades relacionadas con lo artístico, me gustaría que me contaras un poquito de cada una y lo que significan en tu vida.

De la música ya conté un poco, actualmente sigo con la traversa, estudio violín, y como mezclo la música con el teatro, me inmiscuí en cosas que crean atmósferas, algunas percus, el ovnidrum, y todo esto porque estoy en un grupo de teatro político, que es también un lindo grupo de amigos y si bien a veces actúo, prefiero hacer la música de las obras, de los ensayos, durante los ejercicios de posturas, de personajes.

También siento que mi profesión es un arte, aunque occidente haya dividido por completo las artes de las ciencias. Trabajo con niños con discapacidades, lo que hace que todos los días, durante cerca de 8 hs,  tenga que jugar con muchos chicos diferentes, niños con limitaciones para escuchar, para hablar, para mover su cuerpo, con desafíos cognitivos o de socialización y yo siento que es todo un arte divertirlos, para que su aprender no sea una lucha y su niñez tenga juego y fantasía.



¿Ya estás cocinando el segundo libro con otro tipo de experiencias vividas?

SÍiiiiiii! También con escritos del viaje, que antes dejé fuera de Selva porque no me parecieron divertidos para los niños. Son relatos de búsquedas espirituales que tienen que ver con tradiciones que fui encontrando y me fueron buscando, como temazcales, ayahuascas, yagés, Santo Daime, respiración holotrópica y otro montón de cosas. Sumado a otros relatos, con registros realistas o relatos históricos de lugares que conocí, de los que cuento mi historia de su historia.


 ♥ ♥ ♥ ♥  ¡Gracias, Pato bella por esta deliciosa entrevista! ♥ ♥ ♥ 

[Las fotos viajeras de este post pertenecen a Pato Etchechoury]
Y aquí, para que no se queden con la intriga, algunas fotitos de Selva e ilustraciones que la conforman:















Así "viene" envuelta Selva, con muchísima dedicación y amor.




El contacto con esta gran mujer es vía e-mail a: unasolavidatengo@yahoo.com.ar

Bienvenidos sean los comentarios, ¡muchas gracias por pasar!
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25.4.16

REGALITO PORQUE SÍ

Me encantan los regalos, recibirlos es muy emocionante pero darlos lo es aún más. El acto de regalar no tiene por qué estar sujeto a fechas del calendario ni a situaciones especiales, no necesariamente al menos.




Hoy por hoy es sumamente normal que se gasten parvas de dinero para adornar el arbolito, para agasajar a un cumpleañero o para felicitar a una pareja de recién casados aunque esto implique utilizar plásticos y financiar en cuotas. Es sumamente normal y aceptado socialmente.
Pero ante un regalo sorpresa, en un día común y corriente, la mayoría de las personas se preguntan: "¿Eh? ¿Por qué? Si no es mi cumpleaños, ¿el día de qué es?". Por lo general la respuesta suele ser un "Porque sí" o "Porque me dieron ganas de regalartelo, lo ví y pensé en vos." Esto es válido, por supuesto, pero la realidad va más allá, regalamos porque sí porque estamos agradecidos para con esa persona; porque es alguien que nos ayudó en algún momento en que lo necesitábamos, porque nos hace pasar los mejores ratos, etc. Hay infinidad de cuestiones que nos llevan a querer hacer un obsequio.

Hoy estoy muy agradecida con toda la gente que visita el blog así que preparé un regalito que espero les resulte útil. Sí, hoy, día de la nada, un regalito.
Se trata de dibujitos para imprimir sobre sticker y pegatinar el bullet journal, la agenda o calendario, lo que sea que utilicen para organizarse.




Está pensado para ser impreso en una hoja A4 y contiene trece dibujitos diferentes en doce colores distintos más un plus de trece tiritas de corazoncitos decorativos. Click AQUÍ para imprimir, ¡que lo disfruten!




Y ustedes, ¿suelen hacer regalitos porque sí? Que tengan una semana maravillosa. :)
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4.3.16

PUNC: LA LECTURA CONTRAATACA



Calcomanías mega alucinantes de Marco Tóxico

Villa Crespo: a un par de cuadras de Juan B. Justo y Warnes. Con esas indicaciones, me venían a la mente imágenes de talleres mecánicos, autopartes, repuestos, gomerías. Hasta que en abril del año pasado, abrió sus puertas Punc: una librería de lujo, especializada en historietas y literatura infantil, pero donde también se pueden encontrar novelas gráficas y fanzines... entre otras cosas.

Vamos, entremos un rato a chusmear qué podemos encontrar en este bello local. 







La variedad de literatura infantil que ofrece Punc no la he visto en ninguna otra librería, dudo que algún niño se resista a abalanzarse sobre estos ejemplares y devorarlos en un santiamén.


En una era digital, como llaman a esta en la que vivimos, me parece maravilloso que existan lugares así, que oficien de oasis en el caos, que nos rescaten de las pantallas, que nos despierten el apetito de leer un buen libro, un fanzine, una joyita de papel, un material de lectura que no vamos a encontrar en las grandes librerías.



Cada vez que voy, encuentro cosas nuevas, hallazgos que me hacen pensar en cuán importante es incentivar el hábito de la lectura en los niños... y en no perderlo cuando nos hacemos adultos.


Rincón con muuuchos artículos de Gabi Rubi.

Hace algunos años, pasé por una librería y como tenía que hacer tiempo, entré. No había ni soñando la cantidad y variedad de cosas copadas que hay en Punc. Posta. Pero buscando con ahínco encontré un libro que llamó poderosamente mi atención. Se titulaba Érase una vez una vieja que tragó una mosca gris. Bellísimo ejemplar, lo hojeé apenas y me dirigí a la caja. La chica que atendía me preguntó si lo envolvía para regalo. "No, es para mí", le respondí. "¿Para vos?" me preguntó. "Sí, sí, para mí.", le volví a decir. Pues se ve que no me creía porque me lo volvió a preguntar. A lo cual, le dije que sí, que me habían gustado los botones en relieve que tenía la vieja en la tapa. Porque parece que hay edades para ciertas lecturas. No digo que los niños sean expuestos a lecturas que no entiendan o puedan afectarlos de alguna manera, ¿pero a la inversa? No nos limitemos.

Sé que eso no me pasaría en Punc. No me pasó cuando compré Los pequeños macabros, no me pasó cuando compré Mi pequeña colección de funzinez, ni cuando me compré estos fanzines de Finlandia que me remitieron a las ilustraciones de mi más tierna infancia.

No miren el esmalte saltado de mi uña. O sí. Ja!
Si visitan Punc, pueden encontrarse con Juana o con Mariela, dos mujeres súper agradables que estarán a la altura de vuestras expectativas; los asesorarán si necesitan ayuda para encontrar algo puntual o los dejarán libres de pispear y deleitarse con la parva de material que tienen si así lo prefieren hasta dar con eso que los estaba esperando para acompañarlos de vuelta. ;)



Hay serigrafías a la venta, para enmarcar y decorar tu espacio o para llevarlas en una remera con toda la onda. Si mal no recuerdo, hay además remeras pintadas a mano por la mismísima Mariela. ¿Qué tul?

Otra de las características del lugar es que cada tanto se organizan muestras, Punc destina una de sus paredes a lucir y exponer obras de los más variados artistas.


La última vez que estuve allí estaban las obras de Iván Riskin

Mañana mismo tiene lugar una nueva muestra de las pequeñas pinturas de Javier Velasco:
http://bit.do/muestrajaviervelasco

Y por si todo esto fuera poco para un local que multiplica varias veces sus metros cuadrados reales en buena onda, productos únicos y de calidad, y una predisposición natural a exponer arte y cosas bellas; en Punc hay talleres para todas las edades:

Taller de tira diaria a cargo de Sole Otero:


Taller de historieta para chicas y chicos de 6 a 12 años a cargo de Clara Lagos:

Taller de historietas para chicos de 11 a 16 años a cargo de Brian Janchez:

Taller de crítica de historieta a cargo de Amadeo Gandolfo y Pablo Turnes:
http://bit.do/criticadehistorieta






Se hizo la hora de cierre y yo seguía con ganas de más Punc, Punc forever. Porque para mí, en la era de las pantallas digitales, los libros no pierden protagonismo, sino que cobran encanto.

Gracias, Juana & Mariela por un espacio tan alucinante. 

Dirección: Belaustegui 393, Villa Crespo, CABA.
Horario: Lunes a sábado de 13 a 19hs.
FB: https://www.facebook.com/historietaspunc
IG: https://www.instagram.com/punclibreria
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22.1.16

DIARIO DE VIÑETAS II


La primera entrada en mi cuaderno destinado al método de Ryder Carroll data del 27 de enero de 2015. A un par de días de cumplirse el año, he decidido compartir aquí qué tal me ha resultado este sistema. 

Para quienes no hayan leído el primer post al respecto, les comento brevemente que conocí al Bullet Journal de casualidad, a través del pedido de Tatiana, miembro de Tachuso que quería personalizar su cuaderno para utilizar este método. Hago un paréntesis para agradecerle nueva e infinitamente y comentar que este año estuve a cargo no solamente de su BuJo sino también del de otro miembro del team... ¡Gracias, chicos! 


Antes siquiera de utilizarlo ya me parecía que iba a ser un gran hallazgo y hoy, casi un año después de haberlo usado sistemáticamente todos los días, puedo dar fe de ello.
Tener la posibilidad de nuclear tantas cosas en un mismo cuaderno, no tiene precio. He dejado registro de las tareas diarias, de los eventos y reuniones, las anotaciones, el repertorio de canto, las películas o libros que me interesan... y lo bueno es que puedo adaptarlo a cuantos cambios tenga en mente.

Mi Bullet Journal 2016
Indagando en Instagram he dado con un par de cuentas muy lindas relacionadas con el sistema y que tienen webs súper interesantes como por ejemplo la de Kim o la de Kara que ya había mencionado en la entrada anterior. De estas incursiones he decidido incorporar el registro de hábitos (habit tracker) que me parece algo piola no solamente por el hecho de dejar constancia de aquellas cosas que quiero convertir en rutina sino también como motivación  para hacerlas. 

Fuente de la imagen: http://bulletjournal.com/show-tell-3/
El año pasado, me hice un cuaderno con hojas cuadriculadas y algunas lisas, pero este año he optado por hojas de puntos (dot paper) porque me encantó la visual que tiene. Le he hecho el bolsillo característico al final, sumé una cinta señaladora y he restado las hojas lisas ya que usé menos de la mitad al tener otros cuadernos destinados a bocetos y dibujos.



Sinceramente, al momento de escribir este post, no lo he estrenado, tengo que migrar contenidos del anterior ya que me resistía a comenzar uno nuevo dado que tenía algunas hojas sin utilizar. Pero la coquetería pudo más y hace algunos días terminé este, ahora estoy practicando algunas cositas relacionadas con los colores y fuentes para sumar el factor belleza a este método tan práctico. Amén de que se me ocurrió ponerle Dimensional Cristal sobre el gofrado para darle un brillo meloso al diseño que emula un panal (bendita ocurrencia) y tuve que dejarlo secando un par de días extra.

¡Qué ganas de comer miel! Cuac.

Si las agendas convencionales te resultan poco prácticas, si no hay una app que te satisfaga totalmente en cuanto a la organización diaria de las tareas y por sobre todo si te gusta el contacto de la tinta con el papel, este sistema es perfecto. Lo mejor de todo es que solamente se necesita un cuaderno cuadriculado (preferentemente pero esto también queda a gusto y piaccere), una birome y un tiempito diario para prepararlo. Un dato no menor: lo ideal es que el cuaderno tenga unas cuantas páginas y que sea lindo... lo vas a mirar todos los días así que cuanto más te guste tu cuaderno, tantísimo mejor. En la tienda oficial de Bullet Journal está agotado, pero brinda la opción de suscribirse para ser notificado cuando vuelva a estar en stock. De todos modos hay muchas opciones de cuadernos lindos en el mercado, una de esas opciones soy yo, que a través de Libretas y demases te brindo la posibilidad de personalizarlo al 100% para que sea único y muy tuyo. ♥


Espero que este post inspire a quienes no conocían el método del Bullet Journal porque es algo que vivo recomendando cuando surge el tema. En tal caso, vuelvo a dejar el link a la página oficial donde hay una guía completísima para poner a tiro el cuaderno. 

Genio total Ryder Carroll. ¡Gracias por un método tan completo!

¿Lo conocías? ¿Te sirve tanto como a mí?
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