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VIVIR EN GERUNDIO

Cada día que pasa cobro más y más consciencia de lo importante que es vivir el presente. Vivir de manera lúcida, sintiendo cada instante. La belleza nos rodea en forma de partículas, pero hay que estar con los ojos abiertos para poder apreciarla a diario.

La belleza está ahí, a la vuelta de la esquina.



Ocupamos nuestra mente de manera continua con mil pensamientos diferentes, algunos útiles, otros no tanto. A tal punto que a veces hacemos las cosas de manera automática porque nuestra mente está galopando a kilómetros de distancia. Me ha pasado de responder a una pregunta de manera automática, y luego de hacerlo, reaccionar y preguntar qué es lo que dije porque no estaba prestando atención. Sí, alarmante. Me sirvió mucho la práctica de yoga, la meditación; pero también el plantearme como objetivo el vivir de manera plena y despierta. Todo un desafío. Pero para lograrlo fui incorporando algunos truquitos a mi rutina.

​★ SER PENSANTE, NO RUMIANTE

Estar atenta a lo que estoy pensando. ¿Tiene que ver con lo que estoy haciendo o me distrae? ¿Estoy pensando en algo importante o estoy recordando palabra por palabra una discusión que me dejó mal ayer?

Es casi un deporte el estar pensando en cosas del pasado, ya sea por nostalgia o por habernos quedado estancados en determinada situación que nos marcó. Está bien recordar con cariño personas o escenas del pasado que nos han hecho sentir bien, pero evocarlo una y otra vez deseando volver en el tiempo, solamente nos priva de disfrutar el presente. Si por el contrario se trata de algo que nos hizo mal, debemos analizar si es algo que influye en el presente y en tal caso, actuar para modificarlo; o si es algo que ya pasó, aprender de ello para evitar volver a sufrir por lo mismo.

Otra posibilidad es estar pensando constantemente en todo lo que tenemos para hacer porque la mitad de las veces nos olvidamos de lo más importante/urgente. Empezar a organizarnos (como cuento en este post), anotar y priorizar (como ejemplifico en este otro) es la solución.


VOLAR UN RATITO... Y MIRAR(SE) DESDE ARRIBA

Hay situaciones en las que nos resulta difícil apartarnos del caos en el que nos encontramos inmersos, llegamos a un nivel de acelere y enrosque tal que si tiramos del hilo salimos girando sin rumbo como un trompo para caer rendidos luego. Bueno, en situaciones como esa, cierro los ojos y me imagino en el lugar en el que estoy (suele ser el escritorio de la oficina, je!) como si me viera a mí misma desde afuera. Me observo un momento más y salgo por la ventana; sí, en mi imaginación, lógicamente; y me observo un ratito más desde afuera. A partir de ese momento, empiezo a subir, como si toda esa calentura hiciera las veces del aire que eleva a los globos aerostáticos; y me veo desde lo alto, dentro del edificio. Y así sigo, subiendo, y veo el edificio en la manzana, la manzana en el barrio, el barrio en la ciudad... Hasta que llega un punto en que eso que me había enmarañado es una partícula ínfima a la cual no se le debe dar más importancia que la que tiene. Porque una cosa es ocuparse de los asuntos y resolverlos, y otra muy distinta (y nociva) es creer que TODO se reduce a ESE problema. El ejercicio del globo me sirve para relativizar y que todo vuelva a ocupar su lugar.


MIRAR  LOS ÁRBOLES

Caminar por la ciudad no siempre es algo plácido; pero me acuerdo del poema "Desiderata" de Max Ehrmann y no puedo menos que sonreir y mirar los árboles. Es difícil abstraerse del ruido, los autos, la gente que anda a toda prisa; pero si miramos los árboles cambia la perspectiva. ¡Son tan hermosos los árboles! Siempre señalándonos el cielo... Y es tan lindo el cielo, ya sea despejado, nublado, lloviéndonos. ¡Ay, si al escribirlo y recordarlo solamente se me inunda el pecho de paz! Basta de mirar la pantalla del celular mientras caminamos; si pisamos una suciedad que sea por estar con la vista elevada llenándonos de árboles las pupilas. :-)


ACTIVAR EL MODO "MACRO"
Otra cosa que suelo hacer cada tanto para desactivar el modo "automático" es prestar atención a los detalles. Por ejemplo: si estoy tecleando como una desaforada y de repente me llevo una mano a la cara para acomodarme las gafas; aprovecho ese movimiento que me sacó de la automatización y me miro la mano, las uñas, las líneas de mi piel. Es un instante nomás, pero por unos segundos, me reconozco ahí, en ese momento. Tomo consciencia nuevamente de mi ser. 



¡Algo así obliga a vivir el presente!!!

Como no siempre entra una mariposa a la oficina y me pide ayuda para salir, uso estas artimañas. ¿Tenés algún ardid para situaciones similares? 











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